MEDITACIÓN DE MABÓN - EQUINOCCIO DE OTOÑO


Meditación Facilitada por Temple Inanna – Escuela Cosmosóphica

Aula Alpha


Meditación de Bienvenida al Otoño

MABON


Introducción

Bienvenidos a este nuevo encuentro, una reunión para fortalecer los lazos con Gaia y fluir en las energías planetarias, esta vez en Mabon, el Otoño. Dejamos atrás el tiempo de estar enfocados hacia fuera e iniciamos la introspección. Toca hacer revisión de todo este tiempo atrás, de todos los logros, satisfacciones, celebraciones y unión con nuestros familiares y amigos. Es momento de sentir la alegría de los acontecimientos vividos, la aceptación de los sucesos acaecidos, la sonrisa por los instantes de felicidad compartidos. Toca valorar todo lo que tenemos, sentir la abundancia de la Madre Tierra por todo aquello que nos entrega, agradecer cada momento para sentir la satisfacción de estar vivos y sabernos amados por la vida y en concreto por este hermoso planeta, quien nos lo da todo.
La luz del cielo se equilibra durante Mabon, las horas de día y las horas de noche son las mismas, El y Ella se sienten unidos más que nunca. El atardecer se convierte en el instante de mayor energía durante Mabon y por ello, es el momento de dar largos paseos por la naturaleza a esas horas del día, conectarnos con esa luz que nos invita a la interiorización. Mabon es ideal para la meditación. Entre Mabon y Yule tenemos tiempo suficiente para hacer una profunda revisión de nuestro ser interior, de identificar lo que queremos y de desechar lo que ya no. Tendremos tiempo de reflexionar para tener claro que vamos a vivir aquello que elijamos y que sea lo que sea, será lo que teníamos que vivir, por ello confiamos, nos entregamos a los pasos hacia los que nos va a conducir nuestro corazón, sin ofrecer resistencias, sino sabiendo que aquello es lo mejor y que no existe el error, solamente el aprendizaje.
Mabon va a calar fuerte en nuestra alma, para que la sempiterna alba de la mañana, deje paso a la penumbra inquietante que nos brinda el atardecer.
Sintamos la vida más intensa que nunca antes, sintamos profundamente, dejemos de caminar de puntillas, sumergiéndonos en la maravilla de la intensidad de las noches y los días. No hay tiempo que perder. Profundicemos…

Bienvenidos a Mabon!!!

(pausa)

Comenzamos…

Nos colocamos en nuestro espacio sagrado…
Cerramos los ojos…
Relajamos el cuerpo, comenzando por las extremidades, tronco y cabeza…
Respiramos profundamente… tomando conciencia del viaje interior que vamos a iniciar…
Nos conectamos con nuestro ritmo de respiración… y nos armonizamos con él… sintiendo como con cada inspiración el aire otoñal penetra en todas nuestras células…
Y con cada exhalación liberamos toda la energía estancada de nuestro cuerpo…
Nos tomamos nuestro tiempo, respirando rítmicamente…

(pequeña pausa)

Aprovechamos la todavía cálida luz del atardecer para adentrarnos, una vez más en el camino que nos conduce directamente a las entrañas del Bosque. Paseemos, disfrutando del hermoso entorno y de esa luz de otoño, observando los tonos tostados del cuadro que pinta la naturaleza en esta estación. Los ocres, dominan sobre el resto, pero también hay anaranjados y rojizos que nos conectan con el elemento fuego. Escuchamos los crujidos de las hojas secas bajo nuestros pasos. Pasos que damos sin dejar de sentir el flujo vibrante de energía que emana de la misma tierra. Respiramos profundamente el aire limpio y fresco de este atardecer y mientras lo hacemos, descubrimos como fluye el agua de un riachuelo cercano, hacia donde dirigiremos nuestros pasos.
Llegamos al riachuelo, su lecho de piedras, llama nuestra atención, nos quedamos observando cómo fluye lentamente un pequeño caudal de aguas cristalinas y como el lecho de piedras sirve a algunas especies para esconderse. Nos sorprendemos al ver un grupo de peces que asciende haciendo un esfuerzo contra la corriente y como unos cangrejos de río, aparecen y desaparecen entre las pequeñas rocas.
Decidimos refrescarnos con el agua del riachuelo, metiendo nuestras manos y llevando el agua fresca a nuestro rostro, mientras vemos nuestra silueta reflejada en el agua en movimiento.
Nos quedamos mirándonos, observando el reflejo, sintiéndonos parte integrante de ese entorno maravilloso, tomando consciencia de que también podemos integrarnos en ese cuadro de la naturaleza. Respiramos profundamente, mientras realizamos el ejercicio de fundirnos con el Bosque.

(pausa)

Continuamos paseando y adentrándonos en este paraje en el que ahora nos sentimos una habitante más de entre todas las formas de vida que conviven. De repente, nos encontramos en medio de un inabarcable espacio de árboles de alta copa y fuerte tronco, son Cedros. Corremos entre sus troncos, mientras los tocamos y nos abrazamos, sintiendo como la oscuridad del anochecer va penetrando en el Bosque y como las copas de los Cedros nos hacen de techo. Sentimos que estamos en nuestra casa y que no tenemos nada que temer. El Bosque de Cedros y su luz intangible nos da paz y serenidad. Si nos fijamos, podemos escuchar a lo lejos a una manada de lobos que aúllan en dirección al plenilunio y como algunas aves, todavía revolotean de rama en rama.
Un Cedro llama nuestra atención, parece que quiere que nos acerquemos a él. Nos dirigimos hacia su tronco y conforme lo hacemos, nos damos cuenta que podemos comunicarnos, sentimos la necesidad de hacerlo, es una conversación interior, entre el árbol y nosotros. Hablamos con el Cedro, sentimos ganas de abrazar su tronco, lo hacemos. Abrazamos el poderoso tronco y en silencio nos permitimos conectarnos con el árbol y con su espíritu milenario.

(pausa)

Conectados al Cedro, podemos sentir no sólo su tronco, sino también la magnitud de su copa, su altura, su conexión al Cielo y como la brisa del anochecer mece las ramas, añadiendo una energía que nos comunica con toda la conífera. Sentimos la copa pero el Cedro quiere enseñarnos algo más, para ello nos pide que bajemos por su tronco y penetremos en la tierra a través de sus profundas raíces. Lo hacemos, comenzamos a descender, sintiendo que cruzamos la frontera entre el aire y la tierra. Nos sentimos bajo el manto de tierra en el que las raíces del Cedro se sustentan. Son raíces fuertes, que a su vez se subdividen abarcando una extensa superficie bajo tierra. Sentimos profundamente el poder de esas raíces. Sentimos como el árbol se alimenta de la poderosa energía de la Madre Tierra y de cómo alineado con la Naturaleza, se hace fuerte y resistente. Nos sentimos el Cedro, podemos recorrer su cuerpo y saber que cada una de sus partes son elementos que representan un todo.
El Cedro nos pide que sintamos como él y que nos hagamos conscientes de cómo están conectadas sus energías, es entonces cuando advertimos que estamos sintiendo algo muy extraño. Es una fuente de vida que comunica a todos los árboles entre ellos. Nos permitimos fundirnos en esa red cristalina subterránea, que se expande de árbol en árbol, recorriendo y uniendo todo el mundo vegetal.
Nos conectamos a la red y para nuestra sorpresa, nos sentimos impelidos por su fuerza, lo curioso es que parece que nos expandamos de tal modo, que no existe el final en ese plano bajo tierra. Sentimos recorrer extensiones inmensas en las entrañas de la tierra. Como esa fuerza telúrica puede cruzar bosques y fronteras y unirse a otros bosques de otros territorios y así rodear todo, todo el planeta.
Nos sentimos gratamente sorprendidos, acabamos de experimentar como las raíces del Reino Vegetal están totalmente unidas y comunicadas en toda su dimensionalidad. Es como si existiera una esfera planetaria más pequeña, que habita dentro de la corteza. Sentimos el flujo vital de la Naturaleza, sentimos el alimento de la Madre Tierra, sentimos su manto, ese halo espectacular, sentimos que en esa unión, no existe el sentimiento de separación y que desde ese lugar, podemos por vez primera, sentir que el planeta está unido, aunque sea bajo tierra y que eso nada ni nadie lo puede destruir.

(pausa)

Sorprendentemente el Cedro al que nos abrazamos, nos muestra como aunque su posición geográfica sea esa, es un miembro del planeta, pues la unión que crean a través de sus raíces, es todo un sistema que no conoce otra forma de existencia. Así, ahora sabemos que los árboles hablan entre ellos y que cuando en algún punto del planeta se produce una herida por el incendio de un Bosque o por la tala indiscriminada de colonias de árboles, el resto de entidades, refuerzan ese vacío a través de la red cristalina. El Cedro nos explica que ellos regeneran la tierra herida, para que en su momento ahí pueda brotar una nueva semilla. Sentimos la maravilla de la Naturaleza y como a partir de ahora, sintiéndonos habitantes del Bosque, también vamos a colaborar en alimentar esos vacios que el hombre ignorante, pueda provocar.
Abrazados al Cedro, continuamos el viaje subterráneo, permitiéndonos sentirnos comunicados con toda la esfera planetaria. Así, podemos ser testigos de las maravillas que hay bajo tierra, observamos como existen grandes venas de agua que se filtran entre rocas, pequeñas fuentes que alimentan oquedades muy profundas, así como oscuras cuevas que nunca fueron descubiertas y que nadie sabe qué puede haber en ellas.
Sentimos la maravilla del mundo subterráneo, sentimos la unión planetaria que nos demanda la Madre Tierra, sentimos su corazón, sus enseñanzas, sentimos todo su amor.

(pausa)

El Bosque de Cedros nos indica que sigamos el sonido que se percibe a lo lejos. Lo hacemos. Caminamos hacia las mismas entrañas del Bosque, donde de repente damos con un claro en el que arde un fuego. A su alrededor multitud de seres bailan la canción de la Madre Tierra, suenan los tambores. Nos unimos al grupo y bailamos a nuestro modo, no hay límites, podemos expresarnos como nuestro cuerpo desee. Bailamos al ritmo de los tambores, aprovechando para alinearnos con el flujo de la Madre Tierra, sentimos la armonía de nuestro chakra raíz, como se nutre en absoluta sinergia con la tierra, sintiendo el amoroso sustento de ella, donde no hay ni puede haber carencia.
Sentimos como se gesta la Semilla de la conciencia, de la que surge el Árbol de la Vida que une a todo el planeta. Sentimos como emana ese árbol ancestral que en sus ramas sostiene a toda la humanidad. Sentimos su poder y nos unimos a sus raíces, para recorrer todo su ser.
Nos sentimos parte del Árbol de la Vida y de su Ser.

(pausa)

Se hace un silencio, todos los presentes tomamos asiento alrededor del fuego. Una Anciana toma la palabra, es la Abuela Esperanza, nos quedamos escuchando en silencio y conectados, permitiendo que el Espíritu del Bosque se persone a través de las llamas. La Abuela nos lee un antiquísimo texto que transcurre en el tiempo de abuelos a nietos, dice así:

En el Árbol de la Vida albergo todo lo que fui, soy y seré, en ese Árbol expresé todo mi Ser. Mis raíces fueron mi sustento, por ellas me alimenté de ese bello elemento, la misma tierra que nunca antes pisé. Mi tronco, erecto, vertical, apuntando directo al Cielo, sustentaba la dirección de mi origen, garantizando que nunca me olvide de que estoy en más lugares, aunque a veces no pueda verlos o encontrarlos.
Decidí abrazar ese Cielo y para ello de mi tronco brotaron cientos de ramas, en todas las direcciones, libres para que mi savia, recorriera todos los caminos  que con mis brazos dibujé. No siendo suficiente, pues algunos caminos me ahogaron, sentía que me faltaba el aire, decidí dividirme en multitud de hojas, para que me ayudaran con mis emociones, las hojas fueron grandes fuerzas que me dieron más vida para crear esa copa que me daría forma.
El tiempo hacía mella en mí, tras las hojas decidí embellecerme para dar alegría a mi andadura y para ello florecí. Hice brotar en esa copa miles de flores de colores, conforme me sentía agradecido por todo el camino. Así en flor me mantuve, digno, bello, respirando, disfrutando del fuego que desde el Cielo me animaba a continuar creándome. Nunca pude verme, no puedo decir qué forma tengo, ni a qué huelo, ni que colores emito, ni nada parecido, pues yo sólo me encuentro por dentro. Eres tú quien cuando me descubres, provocas tal estallido que mis flores se convierten en frutos, frutos que alimentarán a quienes los cojan. Mis frutos, guardan un secreto, mis frutos contienen semillas, son semillas que me contienen a mí mismo, para que cuando alguien me quiera ver, pueda comer del fruto y ver germinar la semilla, en su Ser.
Soy el Árbol de la Vida, he dejado caer una hoja para ti. Es para que sepas que sin esa hoja no estoy completo, pues formas parte de mí y de mi copa. Aunque la hoja ya haya concluido su ciclo, se haya secado, y haya decidido desprenderse de su rama, sigue existiendo. Cuando recojas la hoja, acuérdate de que nuestro corazón es el mismo y que latiendo al unísono pronto nos volveremos a ver, pues ni la hoja ha muerto, ni yo tampoco.
Sé el Árbol y sabrás que siempre estamos juntos. Sé la hoja y respira profundamente. Sé la flor y permítete ser belleza. Sé el fruto y aprende siendo creador. Sé la semilla y comienza cada día. Sé la copa y sabrás que tienes forma. Sé la savia y fluye por los manantiales de las aguas que riegan esa tierra en la que creces, para que el éter disponga de todos los materiales que precises y te los entregue, cada vez que el Árbol perezca y con una nueva semilla desees volver a empezar.

Tal y como nos dice el ancestral texto, sentimos que tenemos las herramientas para fluir en los flujos planetarios y sentir la riqueza de este Reino y todos sus planos. Sentimos la grandeza de la vida que se nos entrega y así agradecidos, decididos regresar. Cogemos el camino de vuelta. Paseamos por el Bosque de Cedros, nos despedimos del árbol que elegimos abrazar.
Llevamos con nosotros las Semilla del Árbol de la Vida, ahora solamente nos queda plantarla y alimentar.

(pausa)

Poco a poco, es el momento de comenzar a  tomar conciencia de nuestro cuerpo…
Integrados en la nueva vibración y conectados profundamente a Gaia, ya podemos de regresar, lentamente, a nuestro ritmo…
Sentimos las extremidades…El tronco y la cabeza…
Y poco apoco vamos abriendo los ojos…

Bienvenidos a la vida consciente y a la vida presente!!!

Texto y narración a cargo de Núria Gómez y Karme Millán

TEMPLE INANNA
www.templeinanna.blogspot.com

 Nº Registro: 1709193549998