Meditación Facilitada por Temple
Inanna – Escuela Cosmosóphica
Aula Alpha
Meditación
de Luna Llena
LA LUNA DE WESAK
Introducción
Bienvenidos a este nuevo encuentro,
una reunión para fortalecer los lazos con Gaia y fluir en las energías
planetarias, esta vez en esta intensa y profunda Luna de Wesak, el día
en el que se produce la mayor penetración de Luz en nuestro planeta, procedente
del mismo Sol Central de Alcione. Wesak es un día de celebración muy especial a
nivel espiritual, debido a que durante cada jornada de Wesak cuando el Sol se
encuentre en la Constelación de Tauro y la Luna en la de Escorpio, miles de
Almas van a sentir la iluminación que esa poderosa fuente de Luz nos va a
entregar. Se trata de un regalo del mismo corazón del Universo a todas las
formas de vida planetarias, es su forma de abrazarnos poderosa e intensamente.
Si nos lo permitimos, podremos sentir como esa energía va a penetrar en todas
nuestras células, uniéndolas con toda la galaxia, sintiendo que todo forma
parte de un incognoscible Todo.
La
Luna Llena en Escorpio, es el día más intenso e insondable de todas las
jornadas de Luna Llena, tal que la Constelación nos sugiere. Es un instante
único para penetrar profundamente en nuestro interior y tras alcanzar los
aspectos más recónditos del Ser, iluminarlos. Pues Escorpio es un gran sanador
y como chamán, tiene la capacidad de transformarlo todo, desde lo inferior y
oculto a lo superior y transparente, por ello recibe todo el poder de sus
ancestros, quienes vuelcan toda su sabiduría en el objetivo, convirtiendo la
transformación en una nueva y más elevada forma de vida.
En
este Wesak, las fuerzas espirituales femeninas más ancianas, van a estar más
presentes que nunca, recordándonos que se puede elevar a otro nivel de
conciencia, todas las experiencias del pasado, propias de nuestro camino de
vida en el plano denso de lo material, donde los deseos ocultos nos han conducido
a vivir experiencias que han dejado serias huellas en nuestras almas. Hoy
podremos valorar esos duros momentos para comprender que ellos fueron el origen
de nuestra transformación hacia la madurez actual y que hoy más que nunca
disponemos de la capacidad para trascender.
Acojamos
ese intenso abrazo solar y sintamos el agradecimiento por tan importante fuente
de abundancia espiritual.
Bienvenidos a la Luna de Wesak!!!
(pausa)
Comenzamos…
Nos colocamos en nuestro espacio
sagrado…
Cerramos los ojos…
Relajamos el cuerpo, comenzando por
las extremidades, tronco y cabeza…
Respiramos profundamente… tomando
conciencia del viaje interior que vamos a iniciar…
Nos conectamos con nuestro ritmo de
respiración… y nos armonizamos con él… sintiendo como con cada inspiración el
aire primaveral penetra en todas nuestras células…
Y con cada exhalación liberamos
toda la energía estancada de nuestro cuerpo…
Nos tomamos nuestro tiempo,
respirando rítmicamente…
(pequeña pausa)
Visualizamos como un haz de
poderosa luz penetra en la tierra descendiendo desde nuestro chakra corazón. El
haz recorre todas las capas del interior, hasta que toca el mismo centro… es
entonces cuando un flujo amoroso y maternal, asciende por todo nuestro cuerpo,
provocando que nos sintamos abrazados y comunicados con la misma Madre Tierra…
Envueltos en este amoroso abrazo,
continuamos respirando rítmicamente. Ahora nuestro latido se está armonizando
con el latido del planeta…
Respiramos al tiempo que unimos
nuestros corazones, convirtiéndolos en un único latido…
El flujo de la Madre Tierra nos
envuelve, transportándonos a cualquier rincón de todos los que ella contiene…
sentimos alcanzar una montaña, huele a tierra mojada…
(pausa)
Nuestro corazón intrépido de
Amazona, se hace de nuevo presente. Estamos en ese valle por el que cruza un
caudaloso río, observamos a nuestro alrededor, estamos rodeados de montañas,
esas laderas por las que vinimos galopando. De repente algo vibra bajo nuestros
pies, parece como si la tierra quisiera llamar nuestra atención, buscamos el
origen de tan poderosa vibración y nos damos cuenta que es la Gran Montaña quien
parece hablarnos en un lenguaje muy especial. Acudimos hacia ella y conforme
nos acercamos nos percatamos de que una inmensa puerta dimensional incita a nuestra
gran alma a cruzar y penetrar en el corazón de la Gran Montaña. Así lo hacemos,
sintiéndonos atraídos por la fuerte vibración que procede del interior de la
gruta. Entramos. La frecuencia sigue incrementándose. Todo está oscuro, nada
puede verse con los ojos, solamente podremos distinguir el interior de la
gruta, con la mirada del corazón.
Conforme penetramos más y más,
comenzamos a identificar un tintineo muy semejante al que crean los cristales
de cuarzo. Agudizamos nuestros sentidos y nos damos cuenta que aparecen sonidos
que nunca antes habíamos escuchado. Parecen creados por ancestrales
instrumentos de otros tiempos y edades.
Permanecemos en absoluta quietud y
silencio, escuchando el sonido del interior de la gruta, mientras nos
sorprendemos viendo como sus paredes están construidas con innumerables
formaciones de cristales de todos los tamaños. Las puntas de los cristales
parecen desprender haces inalcanzables de luz imperceptible que al chocar unos
con otros, definen un entramado geométrico de espectaculares formas. Nos
fijamos en la belleza del mandala que puede intuirse en el centro de la gruta y
sin darnos cuenta nos unimos más y más a su vibración.
Permanecemos imbuidos por el poder
del interior de la gruta, mientras unas voces lejanas llaman nuestra atención…
(pausa)
Observamos como una a una van
penetrando en un círculo mágico las ancianas más arcanas del planeta. Son siete
sonrientes abuelas. Cada una de ellas canta en un tono y porta en sus manos un
recipiente de barro que contiene algo que aún no podemos desvelar. En el centro
alguien ha encendido un fuego y al momento comienzan a hacer aparición un grupo
de lechuzas que sobrevuelan el círculo, posándose también alrededor, en
salientes puntas cristalinas.
Sin que sea necesario indicación
alguna, cada una de las almas que hemos tenido la osadía de penetrar en la
gruta, nos vamos colocando en círculo, por detrás de las ancianas, generando diversos
círculos concéntricos…
(pequeña pausa)
El Espíritu de las 7 Abuelas llena
la cueva, los sonidos nos envuelven, el silencio de nuestra mente es abrumador.
Disfrutamos de este entrañable presente, que nos comunica con todo nuestro
pasado y con el pasado planetario. Es como si pudiéramos viajar por la línea de
tiempo y a través de este Espíritu y de este mandala, estar en lugares de
nuestra historia contemporánea, pero si nos atrevemos, también podremos ir
mucho más atrás. Lo hacemos. Nos dejamos llevar hasta un hermoso Templo.
Sentimos nuestras pisadas ascender por los escalones de la entrada. Podemos
sentir que también estamos allí. Reconocemos el lugar, se trata del Templo de
la Ciudad de Mu, allí donde habitaron nuestros ancestros, allí donde la
humanidad descubrió sus sueños, su poder y su capacidad de amar. Allí donde
cada vez que vuelve, sanará un trozo herido de un corazón que ha conocido todos
los riesgos y peligros, y que pese a ello ha sobrevivido para continuar amando
sin dudar.
Permanecemos en silencio, palpando
con nuestros sentidos las grandes almas que transcurrieron por milenios por esa
hermosa línea de tiempo, que nos conduce hasta el día de hoy.
Las lechuzas alzan el vuelo y nos
acompañan dando vueltas sobre nuestras cabezas, hasta que la primera de las
abuelas se levanta y grita: Oreïm anar eta san – es decir – este es nuestro
hogar. Y tras ello lanza sobre las llamas el incienso negro que guardaba en el
bol. Un destello de llamas ilumina los rostros de todos los presentes quienes
repetimos el mantra: ESTE ES NUESTRO HOGAR.
(pequeña pausa)
Ahora es el turno de la segunda
abuela, quien cogiendo su bol de barro, se acerca al fuego y antes de lanzarlo
grita: vinair ceran korai eka, enmi ein anai korai – es decir – en mi casa
habita todo lo que yo abrazo, y a ti te abrazo. La gruta impregnada del aroma
del incienso, se llena aroma de un fuerte olor a madera de sándalo. Nos
permitimos ser abrazos y a su vez abrazamos mientras repetimos: EN MI CASA
HABITA TODO LO QUE YO ABRAZO, Y A TI TE ABRAZO.
(pequeña pausa)
La tercera abuela se levanta
decidida a aportar su parte del conjuro, en su recipiente lleva hojas de mirra
que vuelca sobre las llamas, al tiempo que dice con semblante serio y profundo:
soreim eka ela viror nai, peridim artei nalar – es decir – soy noble, firme y
generoso frente a la llama que arde ante mis ojos. Las hojas de mirra crepitan
en contacto con las llamas, como si acompañaran el mantra, que entre todos
repetimos: SOY NOBLE, FIRME Y GENEROSO FRENTE A LA LLAMA QUE ARDE ANTE MIS
OJOS.
(pequeña pausa)
Esta vez es la cuarta abuela quien
se acerca ante las llamas, cogiendo un puñado de polvo de azabache para también
lanzarlo sobre el fuego en el que ella y sus compañeras están manifestando el
agradecimiento por la oportunidad de recibir tan importante luz desde el mismo
corazón del sol central del universo. Sin dudarlo, una lechuza preciosa de
noble, firme y generosa mirada se posa en su brazo, al tiempo que la abuela
afirma: carem enar perior natai ela, pireik anar enin vakan dera – es decir -
esta es el ave que mira y puede ver donde tú no alcanzas, mira con sus ojos y
avanza. La lechuza sin más se pone a ulular contagiando al resto de lechuzas y
sobrevolando de nuevo nuestras cabezas, conforme advertimos como nuestro tercer
ojo aumenta de vibración, permitiéndonos ver mucho más allá de lo que hasta el
momento podíamos ver. Permanecemos sintiendo el mágico ulular así como
percibiendo cada vez más y más allá. Cualquier temor se desvanece cuando en la
oscuridad y sin controlar, nos permitimos ser y estar. Alto y claro repetimos:
ESTA ES EL AVE QUE MIRA Y PUEDE VER DONDE TÚ NO ALCANZAS, MIRA CON SUS OJOS Y
AVANZA
(pequeña pausa)
Es el momento de que intervenga la
quinta abuela, una mujer de anchas caderas y pechos generosos, que sostiene un
bol lleno de granos de trigo que van a arder en la hoguera. Acercándose al
fuego levanta el recipiente de barro y dice: vikeir ara tera san unai san – es
decir – aquí estamos todos dispuestos a todo. Sentimos como la vibración de la
gruta se eleva de tal modo que vibran todas nuestras células. Unos tambores se
unen al momento, nos recuerdan los pasos que imprimen los elefantes, cuando en
manada corren. Observamos como decenas de elefantes se sintonizan con los
tambores y van cruzando la puerta de la gruta para reunirse con todos los
presentes. Mientras crepitan los granos de trigo, los paquidermos, unos muy
grandes y otros muy pequeños nos rodean, también formando un círculo. Nos están
garantizando que el flujo de la abundancia nos acompaña y que ellos velarán por
que nada interrumpa ese flujo que es dinamizado desde el sol central hasta la
gruta. La abuela nos invita a repetir su mantra: vikeir ara tera san unai san –
AQUÍ ESTAMOS TODOS DISPUESTOS A TODO.
(pequeña pausa)
Cuando se levanta la sexta abuela
para verter sobre las llamas las semillas de acerola, que representan el eterno
alimento de todas las almas, el espíritu de la Amazona se sube en los
elefantes, habiéndose sentido llamadas por ellos para acompañarles en la
importante tarea de velar por la riqueza planetaria. Ellas son las que han
bregado un fuerte carácter, el propio para hacerle frente a cualquier oprobio.
La abuela nos saluda con una inclinación de cabeza y se dispone a entregarnos
el siguiente mantra planetario: eraben danna ekar inu anar veka, enim lai
noraem dan – es decir - que el poder del espíritu que ilumina nuestras almas se
haga visible ahora. Un silencio sepulcral invade profundamente la gruta, todos
al unísono repetimos el mantra: QUE EL PODER DEL ESPÍRITU QUE ILUMINA NUESTRAS
ALMAS SE HAGA VISIBLE AHORA.
(pequeña pausa)
Por último la séptima abuela de tez
muy morena y de edad la más longeva, sujeta la resina de benjuí entre ambas
manos y cuando la alza sobre la lumbre, podemos observar como todas las abuelas
alzan el brazo llamando a su ave, y como éstas se posan en su hombro, es
entonces cuando los elefantes se inclinan arrodillándose y todos los presentes
nos damos la mano, mientras la resina se va derramando y se escucha a la abuela
decir: parein astadi mekba saradi, pireik ñami sein. Paladur ermi akavanor,
amsi ela sorior, kai paladur enar etar gonar, pakmi saradi dan – es decir – bienvenida amada, recién llegada,
complétanos con tu ser, abrázanos en la cumbre, allí donde el Sol nos vio nacer,
abraza nuestra esencia, ámanos a todas mientras, la vida nos ve crecer.
Las llamas de repente se tornan
transparentes, dibujando una silueta que parece danzar al ritmo de los tambores
que vuelven a invadir la gruta, mientras esto ocurre todos repetimos:
BIENVENIDA AMADA, RECIÉN LLEGADA, COMPLÉTANOS CON TU SER. ABRÁZANOS EN LA
CUMBRE, ALLÍ DONDE EL SOL NOS VIO NACER. ABRAZA NUESTRA ESENCIA, ÁMANOS A TODAS
MIENTRAS, LA VIDA NOS VE CRECER.
(pequeña pausa)
De repente se escucha el crujir de
la gruta y como una vibración procedente del mismo Sol Central del Universo,
comienza a filtrarse por todos los resquicios, los cristales tintinean más
poderosamente que nunca y todos nos entregamos a recibir al Espíritu de la
Diosa, quien acompañada del Espíritu del Dios, comienzan a realizar un mágico e
inimitable baile en el que se produce la sagrada unión, que concibe al alma
enviada por el mismo Sol. Los presentes nos mantenemos en absoluta sinergia con
el proceso, cada uno de nosotros está siendo ungido por el poder de ellos. Nos
permitimos recibir todo lo que merecemos y a un tiempo entregamos todo lo que
somos, fuimos y seremos. Nos damos cuenta que en este intercambio de dar y
recibir, estamos creando un alma común, cuyo fin es idéntico.
Las siete abuelas siguen cantando,
nos unimos a ellas. Ahora si abrimos los ojos, veremos como la gruta se ha
iluminado y cómo podemos disfrutar de todo lo que ella está.
Permanecemos mirando cada detalle
del lugar, sus cristales, el agua que desciende por las oquedades, las almas,
las lechuzas y los elefantes… nos quedamos ahí disfrutando de esta intensa
vivencia, con la certeza de que ella ha descendido a la tierra y de que su luz
ha iluminado cada rincón de nuestras células…
(pausa)
Poco a poco, es el momento de
comenzar a tomar conciencia de nuestro
cuerpo…
Integrados en la nueva vibración y
conectados profundamente a Gaia, ya podemos de regresar, lentamente, a nuestro
ritmo…
Sentimos las extremidades…El tronco
y la cabeza…
Y
poco apoco vamos abriendo los ojos…
Bienvenidos
a la vida consciente y a la vida presente!!!
Texto y narración a cargo
de Núria Gómez y Karme Millán
TEMPLE INANNA