Meditación Facilitada por Temple
Inanna – Escuela Cosmosóphica
Aula Alpha
Meditación
de Luna Llena
LA LUNA DEL SOL
Introducción
Bienvenidos a este nuevo encuentro,
una reunión para fortalecer los lazos con Gaia y fluir en las energías
planetarias, esta vez en esta preciosa y enérgica Luna, la que se conoce como
la Luna del Sol, o de la fuerza del Sol, pues es en este mes cuando los días
son más largos y las noches más cortas, por lo que podremos percibir durante
estos días como en el Cielo, la Luna está más acompañada de la fuerza del Sol
que nunca. Recordemos que en la Luna anterior recibimos toda la energía del Sol
Central de Alcione, ahora es nuestro Sol, quien nos va a recordar nuestro
propósito, el motivo por el que encarnamos en esta tierra. Un planeta de
aprendizaje, donde cada uno de nosotros, a su ritmo, irá creciendo y madurando
su conciencia, tal cual lo hace una semilla desde que brota hasta que se
convierte en fruto, que a su vez contiene nuevas semillas.
En
esta Luna Llena del Sol vamos a conocer Las Escuelas de la Vida, así como a los
Alumnos y Maestros que han alcanzado a convertirse en referentes y puntos de
anclaje de nuestra evolución. Descubriremos la inmensa riqueza que nos ofrece
la diversidad racial, cultural, religiosa y en definitiva la riqueza que supone
cualquier diferencia de pensamientos y creencias, ya que ello per sé nos
imprime a todos la gran diferencia que cada especie y cada átomo de conciencia
escenifica para su propia evolución, aún siendo esa conciencia un alma única,
cuya voluntad es unir y unirse, sin discriminación, sabiendo que esa diversidad
forma su todo y que ese todo, son los logros de cada uno de los caminos que las
almas hemos elegido.
El
Sol, esta vez en el signo de Géminis, elige aquí, dar consciencia a ese
inconsciente, la Luna, situada hoy en el signo de Sagitario, para mostrarle
toda su labor, esa labor que si no se ilumina, no puede reconocerse. El Sol va
a ponernos enfrente de nuestra propia sabiduría interior, quiere hacernos
sentir la fuerza que representa nuestra experiencia y que sea como sea cada
experiencia, finalmente habrá sido un hermoso aprendizaje.
Siendo
Luna y siendo Sol, abracemos a ambos y sintamos su unión, y como al penetrar el
Sol en la oscuridad de la noche lunar, podemos recuperar la consciencia de ese
Alumno y ese Maestro que habita en nuestro interior y que no reconocíamos, pues
mientras la Constelación de Géminis te impulsa a instruirte y dotarte de
conocimientos y aprendizaje, la Constelación de Sagitario se convierte en ese
hombre y mujer sabios que tras ver todo lo que existe en el mundo, puede
discernir, cribar y elegir lo que es verdaderamente afín a sí. Sintamos agradecimiento
por nuestra maestría y por nuestra capacidad de aprendizaje. Sintamos gratitud
por nuestro entorno, por nuestros guías, pues ellos siempre han estado para que
tengamos la oportunidad de aprender más y más a cada paso que damos.
Bienvenidos a la Luna del Sol!!!
(pausa)
Comenzamos…
Nos colocamos en nuestro espacio
sagrado…
Cerramos los ojos…
Relajamos el cuerpo, comenzando por
las extremidades, tronco y cabeza…
Respiramos profundamente… tomando
conciencia del viaje interior que vamos a iniciar…
Nos conectamos con nuestro ritmo de
respiración… y nos armonizamos con él… sintiendo como con cada inspiración el
aire penetra en todas nuestras células…
Y con cada exhalación liberamos
toda la energía estancada de nuestro cuerpo…
Nos tomamos nuestro tiempo,
respirando rítmicamente…
(pequeña pausa)
Visualizamos como un haz de
poderosa luz penetra en la tierra descendiendo desde nuestro chakra corazón. El
haz recorre todas las capas del interior, hasta que toca el mismo centro… es
entonces cuando un flujo amoroso y maternal, asciende por todo nuestro cuerpo,
provocando que nos sintamos abrazados y comunicados con la misma Madre Tierra…
Envueltos en este amoroso abrazo,
continuamos respirando rítmicamente. Ahora nuestro latido se está armonizando
con el latido del planeta…
Respiramos al tiempo que unimos
nuestros corazones, convirtiéndolos en un único latido…
El flujo de la Madre Tierra nos
envuelve, transportándonos a cualquier rincón de todos los que ella contiene…
sentimos alcanzar un hermoso valle, huele a tierra mojada…
(pausa)
El valle está dividido por un
caudaloso río, observamos cómo hay diferentes aves sobrevolándonos, acercándose
al agua y remontando el vuelo. Si continuamos caminando, descubriremos un
embarcadero, nos dirigimos a él. A nuestra espalda hemos dejado la entrada a la
gruta que se encuentra en la Gran Montaña, allí donde las siete hermosas
ancianas chamanas nos mostraron nuestro intenso poder espiritual. Muchos de los
allí presentes, también quieren cruzar el río, pues en la otra orilla
descubriremos mucho más.
Un simpático barquero nos está
esperando, nos tiende la mano y saltamos sobre el pequeño bajel, está hecho
artesanalmente, con fustas y vegetales, utilizando técnicas ancestrales. El
barquero comienza a remar para llevarnos a la otra orilla, la suave brisa que
empuja la vela y la fuerza del remo del barquero, hace que naveguemos con total
confianza. La barca avanza con suavidad, permitiéndonos disfrutar de un paisaje
espectacular. Podemos descubrir preciosos peces y anfibios, tortugas, e incluso
podemos ver una joven gacela que se acerca a beber agua. Podemos distinguir la
espesa vegetación, altas palmeras datileras, acacias, eucaliptus, mangos y
ficus, papiros, cañas, olivos e hibiscus.
Un cielo de atardecer nos acompaña,
y aunque la luna ya ha salido, casi no la podemos ver, parece que sea de día.
Cuando llegamos a la orilla
contraria, nos apeamos. Curiosamente la gacela que hemos visto bebiendo agua,
se acerca a nosotros, y tras ella, toda una manada de gacelas nos rodea, como
si quisieran darnos la bienvenida. Las seguimos, parece que quieren llevarnos a
algún sitio.
Penetramos en un camino que se
pierde en el bosque. Si nos empatizamos con estos hermosos antílopes, no
sentiremos ningún temor, pues ellas son las más sabias en sobrevivir en un
entorno lleno de peligros. Permanecemos en el bosque contagiados de la sabia
energía de las gacelas…
(pausa)
De repente un paraje insólito se
abre ante nuestros ojos, se trata de una extensa explanada en la que diferentes
construcciones en forma de domo conforman un grupo de hogares que parecen ser
muy peculiares y curiosos. Algunos son anchos y bajos, otros más pequeños y
altos, otros alargados y estrechos y unos pocos muy amplios y elevados, todos
ellos están edificados con los productos que nos da la tierra, las paredes son
curvas y los techos tienen forma de cúpula, todos tienen chimenea y una
elaborada puerta, labrada por un artesano. Las fachadas están pintadas de
intensos colores, por lo que podemos diferenciar claramente un domo de otro.
Alguien nos informa que estamos en
un Hogar-Escuela, un espacio donde expresar el Ser y conocer al alumno y al
maestro que todos llevamos dentro.
La chica que nos recibe, lleva en
su mano derecha un cálamo de caña, en una hoja de papiro, anota nuestros
nombres y nos pide que cada uno de nosotros entre en el domo que llame nuestra
atención. Nos asegura que podremos conocerlos todos y que no existe condición,
que nos sintamos libres para formar parte de cada una de las ágoras, donde
podremos conocer mejor lo que en ellas, se trabaja.
Elegimos entrar en un domo circular
de grandes dimensiones, cuya fachada de tonos azules de todas las intensidades,
nos hace sospechar que se trata de un espacio conectado al Elemento Agua.
Cuando estamos dentro observamos un
precioso embalse natural en el mismo centro y como allí solamente se
intercambian sentimientos sobre cada una de las experiencias vividas. Todos los
presentes somos libres para intercambiar nuestras emociones, sin ser juzgados o
condicionados por nuestra forma de expresarnos interiormente. En el Ágora del
Agua la vida emocional fluye con libertad, en el embalse podemos nadar y
bucear, para practicar como fluyendo en nuestro propio manantial, vamos a
sentir la verdadera libertad.
Nos zambullimos en las mágicas
aguas cristalinas y buceamos descubriendo las ocultas maravillas que habitan en
ese fondo, recordando que la madurez es símbolo de aprendizaje y que al madurar
nuestras reacciones emocionales, estamos dejando que nuestra maestría se haga
visible. Nos fijamos como una preciosa niña de no más de siete años bucea, nada
y fluye como si fuera una magistral anciana. Permanecemos nadando, buceando, e
intentando disfrutar, tal cual lo hace la pequeña erudita, conectando con
nuestra propia capacidad de armonizarnos con las aguas y de saber que podemos
alcanzar a ser hábiles en practicar esta mágica danza del agua, sabiendo que
aquello que nos ocurre es nuestra mejor oportunidad para aprender a saber
reaccionar.
(pausa)
Tras haber participado en el Hogar
del Agua, decidimos entrar en unos de los domos más extraños, pues parece estar
elaborado con un sinfín de huellas de culturas y credos. Una parte te inspira a
África, otra te traslada a Oriente y a todas sus religiones, mientras otra te
conecta con las Américas, también podemos sentir que estamos en la vieja
Europa, desde el medievo hasta el ahora y por último nos sentimos transportados
por la inmensidad de los desiertos oceánicos y toda su cultura tribal. La
diversidad que en este domo domina, es imposible de describir. El Ágora que se
forma entre todos los presentes, de todas las razas, creencias y colores, es de
tal riqueza, que nos invita a conocer cada forma de expresar una cultura
diferente a la nuestra. Así entre infinitas diferencias, se forma el Ágora del
Elemento Aire, donde cada cual muestra quién es, de donde procede, cual es su
cultura, su raza, sus tradiciones, donde las filosofías brindan lo mejor que
tienen y donde un mundo que abarca una amplia mente, nos transporta a
cualquiera de los lugares que allí se exponen. El Hogar del Aire es mágico,
está creado sobre un interior arcaico, sus restos arqueológicos pueden ser explorados,
si pasamos los dedos por los textos de los muros que se alzan a nuestro
alrededor, podemos recibir mil y un mensajes desde tiempos remotos.
Nos permitimos pasear por este
inmenso interior, palpar, conocer, aprender más del otro, escuchar, compartir
lo que yo conozco, nos permitimos comunicarnos, estableciendo relaciones con
quienes no son ni saben nada de quienes somos.
Sentimos como nuestra mente se abre
a acoger todo lo que existe, sin juicios, y como ha crecido y madurado la
consciencia de su Espíritu. Nos sentimos envueltos por la libertad que esta
apertura que mente nos da, la vivimos y bailamos unidos la danza del aire,
expandiéndonos a mundos inabarcables, antes desconocidos.
(pausa)
Al salir del domo del Aire,
observamos cual es el Hogar que ahora llama nuestra atención. Una atractiva
construcción que se intuye cálida y llena de fuerza, provoca que entremos en
ella. Al hacerlo encontramos como un mágico Fuego arde imperturbable en el
mismo centro, todos los presentes sentimos la necesidad de sentarnos a su alrededor.
Cerramos el Círculo de Fuego y sin más, nos concentramos en las llamas que
arden solitarias.
Una pregunta nos acecha, no
comprendemos qué es lo que alimenta ese Fuego, pues no hay combustible visible,
solamente las llamas que queman espontáneas. De repente, en plena
concentración, nos damos cuenta que en nosotros aparece una fuerza interior
invisible, percibimos una energía poderosa, le permitimos expresarse
libremente, sabemos que se trata de nuestro Espíritu Creador, de la Voluntad
más elevada que alimenta las llamas. Como si emergieran de la nada, nos
aparecen multitud de ideas, y un fuerte deseo de poner esas ideas y proyectos
en el mundo, nuestra creatividad se desborda, nos sentimos altamente conectados
a expresar una intención clara sobre aquello que en ese momento deseamos crear,
diseñar, definir, las llamas crecen indicándonos que el Espíritu Creador está
más y más presente. Sentimos como nos alineamos con la voluntad de nuestro
Espíritu y como esa alineación con nuestro Fuego eterno, se alía con el
Espíritu de todos los presentes, creando un Espíritu común.
Permanecemos sintiendo el Fuego del
Espíritu Único. Ahora sabemos que en el Hogar del Elemento Fuego, prevalece la
intención primera y verdadera de todo proceso. Permanecemos alineados con la
divinidad y al hacerlo expandimos ese halo por todo el planeta, rodeándolo de
llamas que expresan a una misma alma con todo el amor que le saben entregar.
Rodeando el planeta bailamos la danza del Fuego contagiando a todo ser vivo con
el gran flujo creativo.
(pausa)
Cada vez que salimos de un domo, lo
hacemos muy conscientes de las herramientas que nos entregan en Las Escuelas de
la Vida y de cómo allí no hay profesores, ni nadie que nos diga lo que está
bien o está mal, sino que somos nosotros mismos que experienciando descubrimos
más y más. Con la conciencia clara sobre esa creación que deseamos que brote,
buscamos el siguiente domo, teniendo claro que necesitamos del Elemento Tierra
para continuar nuestro proceso. Nos atrae enormemente un domo formado por
varias cúpulas cuya fachada está pintada con dibujos que parecen mandalas.
Decidimos penetrar en ese Hogar y al hacerlo descubrimos su espectacularidad.
Se trata del lugar con la mayor diversidad de especies, de formas de vida de
todos los Reinos, es el lugar en el que puede conocerse todo lo que la
naturaleza de Gaia nos ofrece. Ahí habitan todas las semillas que en su día
cobraron vida, es por lo tanto este Hogar el Ágora de la Tierra más hermosa que
nunca nadie podrá habitar. Disfrutamos de ese espacio único y de su diversidad
natural. Recordamos la creación gestada por nuestro Espíritu y la depositamos
en esa tierra en forma de semilla. Sabemos que para que brote y de sus frutos,
tenemos que alimentarla y cuidarla todos los días. De repente una pequeña ave
se acerca a nosotros. Agita sus alas pero en cambio no se mueve del sitio. La
observamos, es mágica su presencia, es como si nos enseñara a estar en el presente
completos, su batir de alas es tan rápido que parece que esté quieto. Se trata
de un precioso Colibrí, de bellos colores azules, anaranjados, rojos y verdes,
de pico muy largo y ojos vivarachos. El ave nos acompaña mientras nosotros
regamos con agua la tierra en la que hemos depositado la semilla. El colibrí
nos mira, mientras se mantiene estático sobre ella enseñándonos la importancia
de la presencia en todo lo que llevamos a cabo.
Permanecemos todos juntos bailando
la danza de la Tierra en total y absoluta presencia, tomando consciencia de que
la vida en el ahora es lo que nos vincula con nuestro propósito.
(pausa)
Por
último decidimos acceder a un espacio indefinido, extraño pero muy atractivo en
el que podemos descubrir el Ágora del Éter, aquí se produce la mayor expresión
de magia que podemos imaginar, pues ésta emana en forma de dones, dones que
habitan en espacios que no son visibles a nuestros ojos. En esta ágora se
aprende a reconocer todo lo intangible y a reconocernos y descubrirnos más allá
de la consciencia. Poco a poco nos permitimos descubrirnos en ese otro plano de
conciencia, aprendiendo a cada permiso que nos concedemos más y más de nuestro
propio Ser. Advertimos que en esta ágora es importante observarse y también observar,
mirarse y también mirar, desarrollarse y también ayudar a desarrollar a los
demás. En esta ágora todo es descubrimiento, por lo que habitar en ella se
convierte cada día en un pozo de sorpresas, aquí todo es imprevisible y nadie
sabemos qué poder se va a expresar en cada momento para darse a conocer. Descubrimos
a un grupo de mágicas hadas, dotadas de un gran flujo de éter, tan activo y
profundo como sabios sus grandes atributos esenciales. Nos hacemos conscientes
de que tenemos que bailar la danza del Éter y cada vez que lo hacemos
alcanzamos más y más a expresar profundamente la magia que todos llevamos
dentro.
(pausa)
Tras
salir del último domo en el que hemos aprendido algo más de las Escuelas de la
Vida, nos damos cuenta de que la chica que nos recibió al principio, y que
anotó nuestros nombres con su cálamo de caña, nos está esperando. Con ella se
encuentra el barquero, quien nos saluda y nos recuerda que para regresar
tenemos que volver a cruzar el río hasta la otra orilla.
Ellos
solamente están en las Escuelas para conocer quien las visita, no intervienen
en nuestro aprendizaje, no nos indican qué tenemos o no que hacer, solamente
están y nada más.
La
joven nos entrega a cada uno un mensaje muy especial, nos pide que lo leamos y
que utilicemos ese mantra, cada vez que a las escuelas deseemos regresar. Esta
será la consigna para que el barquero nos venga a buscar.
Cogemos
el papiro, lo desenrollamos, en él podemos leer:
Emin
ari eka imonor, veri etia akavanor, veredin aré ani erior
Aquí
mis días son amor. Aquí mis días están con Dios. Aquí mi Espíritu toma su propia
decisión.
Anki
ela sorior, veri menar etar gonar
Aquí mis
noches son puro don. Aquí mis noches son todo lo que Dios me dió.
Ahora
sabemos que acudir a las Escuelas de la Vida nos conecta más con quiénes somos
y cómo podemos hacer uso de esos poderosos elementos de lo que está creado
todo. Conocerlos es conocernos mejor y aprender con ellos, es saber que estamos
dotados de infinito amor.
Es
el momento de regresar, para ello volvemos al embarcadero, y acompañados del
barquero, subimos al bajel y nos despedimos del lugar, para regresar cuando
deseemos, ahora sabemos cómo llegar. Hemos visitado el Hogar-Escuela de los 5
Elementos. Navegamos hacia la orilla opuesta, disfrutando de cada instante
vivido y ampliado, sin olvidar la sabiduría de la gacela, ni el mensaje del
colibrí.
(pausa)
Poco a poco, es el momento de
comenzar a tomar conciencia de nuestro
cuerpo…
Integrados en la nueva vibración y
conectados profundamente a Gaia, ya podemos de regresar, lentamente, a nuestro
ritmo…
Sentimos las extremidades…El tronco
y la cabeza…
Y
poco apoco vamos abriendo los ojos…
Bienvenidos
a la vida consciente y a la vida presente!!!
Texto y narración a cargo
de Núria Gómez y Karme Millán
TEMPLE INANNA