Meditación Facilitada por Temple
Inanna – Escuela Cosmosóphica
Aula Alpha
Meditación de Bienvenida al Verano
LITHA
Introducción
Bienvenidos
a este nuevo encuentro, una reunión para fortalecer los lazos con Gaia y fluir
en las energías planetarias, esta vez en Litha, el Verano, el día que
tradicionalmente está relacionado con la máxima presencia de la divinidad,
quien acude a hablarnos de fertilidad y abundancia, pues Litha significa Fuego
y el fuego simboliza el poder del Espíritu. Cuando ese poder tiene más
presencia que nunca, sentimos más comunión con todo y por tanto más alegría.
Litha marca el punto de inflexión en el que a partir de entonces los días se
comenzarán a acortar, repitiéndose el círculo. Celebrar Litha es celebrar la
alegría de pertenecer a una tierra fértil, inundada de agua de vida, en la que
se respira aire purificador y en la que el fuego es el máximo protagonista,
mientras en el éter se dejan escritas las experiencias vividas.
La
historia y las tradiciones nos hablan de la devoción al Sol que la humanidad
hemos mostrado. Si viajamos por diferentes culturas, podemos enumerar a unos
pocos de entre cientos de nombres que se le han dado a esta poderosa fuente de
luz y vida, desde el disco solar egipcio Ra, pasando por el griego Helios, el
maya Kinich Ahau, el azteca Tonatiuh, el inca Inti, así como el disco de oro
que ya se dice que se adoraba en la época de los atlantes.
Hoy
todos sabemos que sin sol perece toda forma de vida en nuestro planeta y con la
gratitud que esta presencia representa para la Madre Tierra y toda vida, así
hoy podemos continuar mostrando nuestro agradecimiento y contagiarnos de esa
alegría que nos comunica la presencia solar.
La
belleza de un amanecer o de un atardecer, está impregnada en nuestras células,
ser testigo de ese despertar matinal, nos colma el día de fuerza y energía,
mientras el atardecer nos recuerda que es el momento de tomar paz y quietud
para que nuestro organismo se recupere hasta el siguiente amanecer. Este
hermoso y sagrado ciclo que conforman el sol y la luna, se convierte en la más
divina danza que nuestro cielo nos regala todos los días de nuestra vida.
Bailemos con ellos y sintamos su flujo armónico y eterno.
Bienvenidos
a Litha!!! ¿Bailamos…?
(pausa)
Comenzamos…
Nos
colocamos en nuestro espacio sagrado…
Cerramos
los ojos…
Relajamos
el cuerpo, comenzando por las extremidades, tronco y cabeza…
Respiramos
profundamente… tomando conciencia del viaje interior que vamos a iniciar…
Nos
conectamos con nuestro ritmo de respiración… y nos armonizamos con él…
sintiendo como con cada inspiración el aire estival penetra en todas nuestras
células…
Y con
cada exhalación liberamos toda la energía estancada de nuestro cuerpo…
Nos
tomamos nuestro tiempo, respirando rítmicamente…
(pequeña
pausa)
Me
desperezo, siento como los rayos del sol del amanecer acarician mi rostro.
Respiro hondo esa calidez, ese saber de que la vida está conmigo, acompañándome
en este mágico y precioso viaje que mi alma ha emprendido. Me siento
serenamente agradecida por todo, por cada día, no cuestiono, sé que lo que he
vivido es lo mejor que tenía que vivir. Decido salir a disfrutar del amanecer. Observo
como ante mí se expande un hermoso campo de girasoles, se están irguiendo ante
la luz del sereno firmamento. Vemos como su corona y sus pétalos buscan
llenarse de toda la luz del día, los imitamos, nos convertimos en sabios
girasoles que se mueven hacia el sol y tal y como ellos lo hacen, sentimos como
los poderosos rayos penetran en todas nuestras células, iluminando cada rincón,
convirtiendo este día que comienza, en una sagrada oportunidad, para que el día
que comienza sea un reflejo de aquello que decidamos. Conscientes de que si
elegimos lo que nos merma luz, nuestro día se oscurecerá y si elegimos abrazar
cada instante con nuestra verdad, el día nos devolverá su respuesta en forma de
sabiduría con la que caminar.
Somos
girasoles, somos parte de esa danza matinal. Bailamos frente a esa fuente de
poderosa luz, impregnando la mañana de alegría que vamos a contagiar.
Respiramos profundamente la luz de la mañana silente, mientras nos movemos
agradeciéndolo. Bailamos en silencio.
(pausa)
Ante
ese campo de girasoles, aparece un pequeño sendero. Decidimos cogerlo para
explorar hasta donde nos conduce. Paseamos, conscientes de que el camino nos va
a llevar a un hermoso sitio. Sentimos la plenitud que nos brinda la vida, cada
vez que elegimos lo que en verdad deseamos vivir. El día ha avanzado y el astro
sol se ha elevado, modificando los tonos del espacio de tenues a intensos
dorados, tanto es así que de repente un campo de doradas espigas aparece ante
nosotros. Se trata de un extenso trigal, de grano maduro que va a estár
disponible para ser recolectado. El trigal nos muestra la infinidad de semillas
que la vida tiene guardadas para entregar. Son semillas con las que podremos
alimentarnos y cultivar, para vivir las realidades que de ellas se pueden
germinar. Sentimos el poder del trigal, y si nos fijamos, podemos ver como las
doradas espigas se confundes con los rayos solares, creando mágicos enlaces
cuyo flujo desciende hasta las raíces y penetra en toda la esfera planetaria,
resaltando su absoluta belleza.
Penetramos
en el trigal y nos abrazamos a las erguidas espigas, dejándonos envolver por el
vínculo que crean con el astro sol. Respiramos profundamente esta penetrante
luz y bailamos en el dorado paisaje.
(pausa)
Tras
el baile en el trigal, continuamos por el sendero elegido, por el que
continuaremos descubriendo un mundo impregnado de la dorada luz. Paseamos,
disfrutando la energía de cada paso que damos y sin más, nos damos cuenta de
que nos encontramos ante una inmensa Cordillera que si nos giramos, vemos que
nos rodea trescientos sesenta grados. Estamos en el mismo centro, en el valle
que crean la multitud de laderas que conforman la Gran Cordillera. Se trata de
un paisaje impresionante, donde se puede sentir la comunión que se crea entre
la fuente de la creación y nosotros.
Sentimos
como la Cordillera quiere hablarnos sin palabras. De repente nos llama para que
nos fijemos en lo que está por suceder. Buscamos el punto en el horizonte que
llama nuestra atención y observamos como unos destellos comienzan a emerger
tras una de las colinas. Se trata de una luz extraña, diferente, desconocida.
Conforme se deja ver, elevándose por detrás de la montaña, observamos que se
trata de un hermoso mandala solar, haces de luces en tonos rojos intensos,
crean un dibujo geométrico que nos emociona y cuando este sol puede verse casi
al completo, advertimos que un segundo sol, también está despuntando a su lado,
esta vez en tonos dulces y anaranjados, cuya geometría es capaz de
transportarnos a millones de años luz de donde nos encontramos. Al instante un
tercer sol en amarillos y ocres, llama nuestra atención, erigiéndose como un
cúmulo dotado de gran intención, creado de círculos y círculos concéntricos en
movimiento que nos transportan desde lo interno hacia lo externo y vuelve a
comenzar. Estamos extasiados observando esta cadena solar, que es capaz de
entregarnos la Gran Cordillera en la que nos encontramos, mientras un cuarto
sol, parece palpitar en absoluto silencio, creando un flujo de abrazos, tan
intenso que puede parecernos que nos hemos fusionado en sus vórtices verdes y
rosados. Cuando emerge el quinto sol, los anteriores están cada vez más
elevados, parece que se buscan entre ellos. Los tonos azulados intensos de este
sol, traducen ritmos que no pertenecen a ningún tono conocido, como si cada
ritmo que nos desvelara nos entregara una oportunidad nueva. Sentimos coger y
dar, sentimos danzar al ritmo del mandala solar, mientras emerge un sexto
astro, tan intenso y arcano como lo es su poder transpersonal. Los arcos giran
a tal velocidad que nos sentimos unidos al gran canal universal, hasta tal
punto, que cuando el séptimo y último sol aparece, no podemos más que sentir el
gozo que nuestra gran alma está viviendo. La Gran Cordillera queda rodeada por
siete increíbles soles, que como puertas a la galaxia, se sintonizan en una
hermosa danza, que acompañamos, sin dejar de observar la alianza que se crea en
la Gran Cordillera.
Respiramos
profundamente mientras no podemos dejar de bailar, ante el espectáculo solar…
(pausa)
El
sendero se abre de nuevo ante nuestros pies, caminamos por él. Cada paso que
damos nos conduce más y más a nuestro Ser. El sol está comenzando a descender,
lo hace poco a poco, sin prisas, sin dejar de quemar el mismo fuego que lo vió
nacer. Aparecemos en una playa, se trata de una bella Bahía, un lugar en el que
poder disfrutar del atardecer. Caminamos por la orilla, mojando nuestros pies,
observamos como el sol nos hace un guiño, quiere algo de nosotros, pero no
sabemos que es. De repente en la arena, a nuestros pies, algo nos deslumbra,
nos agachamos a mirar que es. Para nuestra sorpresa, se trata de un peine de plata,
nos giramos para ver quién puede haberlo perdido. No hay nadie. Buscamos,
cuando de repente descubrimos a la Luna ante nuestro corazón. Nos mira
sonriendo. Invitándonos a que lo utilicemos. Brindándonos la oportunidad de que
con su peine, le podamos al sol hablar. Nos dice que a través nuestro ellos se
podrán tocar.
Cogemos
el peine y como si ya supiéramos lo que tenemos que hacer, acariciamos cada
rayo del astro, peinándolo, lentamente con el amor con el que la misma Luna lo
haría. Peinamos los rayos del sol con el peine de plata y recitamos esta bella poesía:
Me uno a ti en grandeza de Espíritu y gratitud,
pues la belleza que surge de tu interior,
se concibe como un cúmulo de las edades vinculadas a tu luz.
Se sumerge la vida en esplendor y grandeza,
tal como tú en amor manifiestas.
No existe ni perdura más penumbra en el horizonte,
pues es mágica la cumbre de esta caricia certera,
en la que permites que se mezan las aspiraciones
sin exigencias ni errores,
pues la belleza que surge de tu interior,
se concibe como un cúmulo de las edades vinculadas a tu luz.
Se sumerge la vida en esplendor y grandeza,
tal como tú en amor manifiestas.
No existe ni perdura más penumbra en el horizonte,
pues es mágica la cumbre de esta caricia certera,
en la que permites que se mezan las aspiraciones
sin exigencias ni errores,
con el aprendizaje que representa
cada experiencia.
Surge la duda,
pero no surge por surgir,
es un resonar extraño,
que por tiempos inmemoriales acompaña al ser humano,
que sabiéndose animal y divino,
siempre duda,
Surge la duda,
pero no surge por surgir,
es un resonar extraño,
que por tiempos inmemoriales acompaña al ser humano,
que sabiéndose animal y divino,
siempre duda,
caminando,
eligiendo y experimentando,
Cada día que vemos
al astro
y cada noche
cuando la blanca
cuna nos envuelve.
En medio de la lejanía,
sutiles tambores,
estrellan la noche de opíparas letanías.
En medio de la lejanía,
sutiles tambores,
estrellan la noche de opíparas letanías.
Un fuego quema,
unos cánticos de dicha,
envuelven nuestras escenas,
en las que infinitas voces,
al unísono se integran
gritando: SOMOS UNO CONTIGO.
Camino sereno por esta orilla,
percibo aquello que del cielo tanto me maravilla,
alumbro con el silencio toda esta dicha,
Camino sereno por esta orilla,
percibo aquello que del cielo tanto me maravilla,
alumbro con el silencio toda esta dicha,
cada vestigio de vida,
vida tras vida,
elevado con alegría
a la cumbre de tu sabiduría.
El
atardecer ha comenzado, el astro sol se está ocultando. Un fuego arde, por
todos nosotros rodeado, quienes continuamos orando y recitando, tal que la luz
del cielo se va estrellando. Los tonos rojizos y anaranjados son envueltos por
los verdes y rosados, mientras azules y violáceos, crean perfectos estratos. La
Bahía se va oscureciendo. Solamente el sonido del mar y el arder del fuego. La
brisa salada y la arena mojada, mientras el día vira y nosotros seguimos
bailando entre la oscuridad en la que se viste el cielo que nos acompaña.
Bailamos
rodeando al fuego, quemando lo viejo para recibir lo nuevo. Bailamos en amor
eterno, dueños y sabios de nuestro sol interno.
Bailamos…
(pausa)
Poco
a poco, es el momento de comenzar a
tomar conciencia de nuestro cuerpo…
Integrados
en la nueva vibración y conectados profundamente a Gaia, ya podemos de
regresar, lentamente, a nuestro ritmo…
Sentimos
las extremidades…El tronco y la cabeza…
Y poco apoco vamos abriendo los ojos…
Bienvenidos a la vida consciente y a la vida presente!!!
Texto y narración a cargo de Núria Gómez y Karme Millán
TEMPLE INANNA