Meditación
de Luna Llena
LA LUNA DEL AMANECER
Introducción
Bienvenidos a este nuevo encuentro,
una reunión para fortalecer los lazos con Gaia y fluir en las energías
planetarias, esta vez en esta preciosa e inquieta Luna, la Luna del Amanecer.
Se trata de un momento de introspección importante, ahora las noches son largas
y frías, es importante comunicarnos con nuestro entorno y organizar nuestro día
a día, pero es mucho más importante, comunicarnos con nosotros mismos, con todo
aquello que habita en nuestro interior en un acto de autoconsciencia.
La comunicación dentro –fuera, es
esencial, pero también lo es la comunicación abajo-arriba, es decir entre lo
material de nuestro Ser y lo espiritual. Ello nos facilitará la conexión con lo
más elevado de nosotros y eso hará que todo aquello que todavía no hemos
descubierto, se convierta en un motivo para introducirnos en lugares remotos,
obteniendo conocimientos que van a servirnos para aplicarlos en nuestro día a
día. En esa cotidianidad, vamos a poder introducir nuevas ideas, vamos a poder
disponer de nuevos factores, vamos a poder vislumbrar nuevas formas de vivir,
vamos a poder experimentar utilizando esa inquietud interior, que amanece
durante las largas noches, para movilizarnos a conocer más.
Esta es la unión entre la Luna en
el signo de Géminis y el Sol, situado en el Signo de Sagitario. La actividad
mental, nos despierta y con ello nuestros intereses de crecer, conocer, saber,
explorar, viajar, etc… Cuando viajemos, hagámoslo guiándonos por las
indicaciones de nuestro espíritu, él nos dará los mensajes oportunos que
bajaremos a la tierra y compartiremos con todos, pues Géminis además de ser un
gran comunicador, es un excelente mensajero entre el Cielo y la Tierra, siempre
está disponible para transcribir aquello que los dioses nos quieren decir. Él
habla con ellos, lo hace desde hace milenios, no le representa nada extraño,
por lo que acudir a recibir enseñanzas en otros planos, es habitual, solamente
de este modo, obtiene la facilidad para escuchar y construir el mensaje que nos
desvelará. Nunca es para él, siempre es para compartirlo con todos. Amanezcamos
con los mensajes que los dioses quieren traernos.
Bienvenidos a la Luna del Amanecer!!!
(pausa)
Comenzamos…
Nos colocamos en nuestro espacio
sagrado…
Cerramos los ojos…
Relajamos el cuerpo, comenzando por
las extremidades, tronco y cabeza…
Respiramos profundamente… tomando
conciencia del viaje interior que vamos a iniciar…
Nos conectamos con nuestro ritmo de
respiración… y nos armonizamos con él… sintiendo como con cada inspiración el
aire penetra en todas nuestras células…
Y con cada exhalación liberamos
toda la energía estancada de nuestro cuerpo…
Nos tomamos nuestro tiempo,
respirando rítmicamente…
(pequeña pausa)
Visualizamos como un haz de
poderosa luz penetra en la tierra descendiendo desde nuestro chakra corazón. El
haz recorre todas las capas del interior, hasta que toca el mismo centro… es
entonces cuando un flujo amoroso y maternal, asciende por todo nuestro cuerpo,
provocando que nos sintamos abrazados y comunicados con la misma Madre Tierra…
Envueltos en este amoroso abrazo,
continuamos respirando rítmicamente. Ahora nuestro latido se está armonizando
con el latido del planeta…
Respiramos al tiempo que unimos
nuestros corazones, convirtiéndolos en un único latido…
El flujo de la Madre Tierra nos
envuelve, transportándonos a cualquier rincón de todos los que ella contiene…
sentimos habitar en un hermoso templo, huele a loto y a incienso…
(pausa)
Nuestros pies descalzos pisan un
delicado suelo de piedra arcaica. Nos damos cuenta que estamos caminando por el
mismo lugar que lo hicieron nuestros ancestros, quienes también caminaron por
el suelo que pisaron los dioses y las diosas de los mitos y las leyendas de
aquellas épocas. Mientras paseamos por este enclave de silencio y paz,
observamos el entorno. Las paredes del templo, explican con escenas hermosos
momentos de la vida cotidiana de la sociedad arcana. Son imágenes de hombres y
mujeres labrando la tierra, mugiendo el ganado, esculpiendo la roca, cocinando
lo cazado… si colocamos nuestra mano sobre las imágenes, podremos percibir el
movimiento y como el aliento de los dioses de los panteones, estaba presente en
aquellos momentos. Eran dioses que contribuían en los recursos y en la
subsistencia del día a día, dioses menores que conocían las necesidades de los
seres humanos y aliados con ellos, les garantizaban que jamás carecerían de
nada.
Conforme avanzamos por las escenas
dibujadas en las paredes del templo, descubrimos que los dibujos están
acompañados por pequeños textos, palabras del ayer que hoy nos hacen vibrar al
escucharlas. Nos detenemos en uno de ellos y con gran interés recibimos el
primero de los mensajes del ayer:
Convivimos con vosotros
Podéis sentirnos todos los días de
vuestra vida.
Muchos, nos negáis, nos creéis
ausentes.
Os diré que no es cierto,
que jamás nos alejamos ni un solo
momento,
que amando cada uno de vuestros
pasos en nuestros templos,
nos hacéis presentes, latentes,
imperturbables por el tiempo.
Quien niega nuestra existencia,
es el alma infranqueable de
espíritu y poseída por la materia.
Camina por este suelo y nos verás
amanecer
en el mismo templo que nos vió
nacer.
(pausa)
Nos sentimos gratamente comunicados
con el espíritu, tanto es así que nos abrazamos, sintiendo el amor que nos
invade con su halo, respirando la unidad, permitiendo que nuestras células
recuerden la conexión con los templos del más allá.
Continuamos explorando el templo,
nos adentramos por un pasillo largo y angosto, oscuro, tanto que si no sientes
poderosa tu fe, podrá atraparte el miedo a lo desconocido. Respiramos la
confianza que nos aporta este lugar de culto espiritual y con la fe necesaria
en nuestro corazón alcanzamos un altar de piedra que aparece al final del
corredor. Alguien se acerca con unas antorchas encendidas y nos alumbra,
distinguimos restos de ofrendas que antaño se hicieron en esa mesa. Sentimos la
energía de las necesidades del día a día de millones de seres humanos que
crecían como sabían. Sentimos el valor de la conciencia colectiva, su tesón,
sus deseos de ser más maduro y mejor. Nos sentimos agradecidos por todo lo que
ellos alcanzaron a sobrevivir en un mundo hostil. Sentimos amor por cada
persona que mantuvo viva la conexión con dios. No nos importa si lo hizo bien,
si se equivocó, si aquello hubiera podido ser mejor, nos importa que mantuvo
viva la devoción y que nosotros hoy disponemos de una gran riqueza de corazón,
que nos hace fuertes de alma y espíritu.
Ante el altar, agradecemos a
nuestros ancestros cada mirada que mantuvieron viva hacia el cielo y hace que
hoy sintamos viva la conexión.
Gracias por dármelo todo,
gracias por quitármelo todo.
Pues gracias a ello,
hoy siento que no soy ni lo que
tengo,
ni lo que no tengo.
Soy mucho más que eso,
soy quien cuando le da la mano al
Cielo,
vive en amor eterno,
gracias a Dios y a mis ancestros.
(pausa)
Tras haber realizado este acto de
agradecimiento, seguimos explorando el templo, abiertos a recibir y también a
dar lo que llevamos dentro. A pocos pasos del altar, aparecer un hueco, se
trata de una entrada a algún lugar. Entramos, unos escalones nos obligan a
bajar, no sabemos a dónde nos conducen. Nos alumbramos con la antorcha, no
podemos ver el final. Seguimos bajando, descendiendo hacia algún lugar dentro
del templo que aún resta por explorar. Finalmente alcanzamos una amplia
estancia, usamos la antorcha para iluminarla. Es espectacular, se trata de una
biblioteca. Sus estantes están llenos de rollos de papiro, de pergaminos, de
tablillas de arcilla escritas en idiomas desconocidos. En algún lateral,
incluso hay pieles con mensajes dibujados con sangre. Nos adentramos entre los
millares de textos que la humanidad ha dejado en esta biblioteca del Gran
Templo. Con nuestras manos deseosas de dar sincero reconocimiento, acariciamos
los pergaminos, sentimos los textos encerrados en miles de papiros, abrazamos
las horas que los escribas dedicaron a dejar en las bibliotecas la historia de
nuestro planeta.
En el mismo centro de la estancia,
encontramos una mesa antigua, de madera labrada. Decidimos sentarnos en ella y
al hacerlo, nos damos cuenta que hay una hoja en blanco y al lado un cálamo,
también disponemos de tinta, lo tenemos todo para escribir aquello que nos
brote de nuestro interior, aquello que algún dios o diosa quiere que nos
llevamos en el corazón.
Sin dudarlo, cogemos el cálamo y
cargándolo de tinta, nos disponemos a escribir lo que brota de nuestro
interior, y dice así:
Mis pasos se hundían en aquella arena
dejando mis huellas clavadas
para que alguien las encontrara.
Me dirigía a paso firme,
al lugar que aclamaba mi alma,
para que tras cruzar aquella puerta
mi ser recordara…
Crucé, paso tras paso,
aquel desierto dorado,
por el que únicamente transitábamos
mi alma y mis pies.
Mientras caminábamos,
unos sordos latidos,
podían escucharse por doquier,
algo estaba a punto de nacer.
Alcé el rostro,
el sol cegaba mi tez,
entonces la ví,
La Tienda Roja,
apareció ante mí.
No fue un espejismo,
fue como un oasis perdido,
donde abrazar todo el amor
que mi alma a la vida le entregó.
El latido se acentuó,
mis pasos se reafirmaron en el camino,
y yo palpitando,
miré de frente al astro
quien con un guiño me dijo:
hazlo,
descubre quien ha aguardado tanto tu presencia,
recuerda a la mujer sabia
que quedó oculta mientras…
tú lacerabas el alma
perdida y desorientada,
olvidadiza de todas tus bellas armas,
las que como mujer,
conseguiste vencer.
Entra y cúbrete de tu propia esencia.
Y así lo hice.
Me dirigí a la puerta
de la sencilla tienda de lona roja,
y entré.
La oscuridad y el silencio
fue todo lo que vi.
Silencio. Sentí.
Y ahí, en ese espacio sin credos
me permití vivir.
Los flujos de aromas y ungüentos,
los aires de loto e incienso,
se apoderaron entonces de mí.
Palpé, con manos certeras,
sanando heridas lacerantes,
de úteros anhelantes
de no más dolor.
Canté, alzando al cielo la voz,
recomponiendo las roturas de mi corazón.
Pedazo a pedazo,
tras versos y odas,
que fueron disolviendo
los duros recuerdos,
de los miles de abortos
y de los hijos muertos,
bailé.
Y lo hice con todos mis cuerpos,
con esos sensuales movimientos,
que fluyen de mi más arcana imagen de mujer.
Aquella que fue hecha con manos y barro
con pechos grandes y flácidos,
con caderas anchas para parir,
los miles de hijos que consiguieron vivir.
Si, hoy en la Tienda Roja,
puedo abrazar la belleza de todo lo que fui,
para levantarme tal que una sabia abuela,
que con cada arruga y cada pena,
hoy puede decir
que su magia es eterna
y que llegaron los tiempos de vivir
todo aquello que no me permití.
Ssshhhh
Escucho llegar a alguien,
siento una nueva presencia.
-
Encontré tus huellas – me dice alguien.
¿Quién eres? – le pregunto ignorante.
Soy yo, la Diosa interior.
(pausa)
Tras hacernos conscientes del texto
recibido, lo enrollamos como un papiro y lo dejamos en uno de los estantes, así
cuando alguien encuentre la biblioteca del templo, podrá elegir leer los textos
que allí se dejan almacenados para sentir el corazón de los humanos.
Regresamos por las escaleras hacia
el altar principal. Sentimos la armónica voz de la diosa que nos ha venido a
hablar. La sentimos tan cercana que jamás nos podremos olvidar de su halo, su
presencia, su grata apariencia, su mensaje, su aroma y su esencia. Así,
acompañados por la energía de la diosa, recorremos de nuevo el pasillo de
regreso a la entrada del Gran Templo. Entre las columnas que sustentan el
elevado techo, podemos descubrir un jardín de ensueño. Nos apetece pasear por
él, descendemos los cinco escalones que bajan hasta la explanada, respiramos el
olor a tierra, el aroma de flores, observamos la infinidad de árboles y el
sonido de las fuentes, cuando de repente descubrimos un precioso cenador. Es
noche de plenilunio. La dulce luz de la blanca es toda nuestra compañía.
Tomamos asiento en una de las piedras del cenador y desde ese espectacular
lugar, observamos el horizonte, allí donde el Cielo y la Tierra se unen.
Poco a poco, lentamente la luz del
día aparece, es el Sol quien por el horizonte se hace presente. Amanece, y al
hacerlo podemos sentir que ha sido una intensa noche, en la que la comunicación
con el espíritu se ha hecho tangible.
Sentimos como el Cielo y la Tierra
se funden en una balada sin nombre, donde sólo se escucha la música y el baile
que ambos protagonizan.
(pausa con música de baile
espiritual)
Sin desconectarnos del baile en el
horizonte y de cómo el Cielo y la Tierra son uno, regresamos…
Poco a poco, lentamente…
Es el momento de comenzar a tomar conciencia de nuestro cuerpo…
Integrados en la nueva vibración y
conectados profundamente a Gaia, ya podemos de regresar, lentamente, a nuestro
ritmo…
Sentimos las extremidades…El tronco
y la cabeza…
Y
poco apoco vamos abriendo los ojos…
Bienvenidos
a la vida consciente y a la vida presente!!!
Texto y narración a cargo
de Núria Gómez y Karme Millán
TEMPLE INANNA