MEDITACIÓN DE YULE



Meditación de Bienvenida al Invierno

YULE


Introducción
Bienvenidos a este nuevo encuentro, una reunión para fortalecer los lazos con Gaia y fluir en las energías planetarias, esta vez en Yule, el Invierno. Es tiempo de profunda introspección, es el momento mágico de hacer revisión, volver la vista atrás y valorar, reconocer, agradecer cada paso dado, cada oportunidad, cada día caminado, cada decisión tomada, cada experiencia superada, pero también es muy importante conectarnos con aquello que ha quedado falto de luz, aquellas emociones que no han surgido del amor, ahí subyace nuestra oscuridad, esa que durante el invierno será importante gestionar, pues es el momento de mirarla de frente, reconocerla, transformarla y continuar. Sin este ejercicio no es posible iniciar la primavera, renacidos. Es la oportunidad de hacer esas revisiones que nos ayudaran a tomar consciencia de nosotros mismos, en nuestra dualidad, pues solamente mirando a ambas podremos trascenderla y alcanzar el estado del Observador, desde el que nacerá una nueva versión de nosotros mismos, tal cual nosotros seamos capaces de crear y para ello tendremos que transformar, identificando lo que no tiene que acompañarnos en la siguiente andadura. Sabemos que todo es un ciclo en sinuoso movimiento que nos acompaña, igual que lo hacen los astros, los planetas y las estrellas. Sabemos que calando profundo en ese ritmo, estaremos en resonancia con el propio Universo y que desde esa energía sincrónica, todo es posible, no hay nada que quede fuera o separado de la unidad universal.
Entremos a la Cueva, a ese lugar íntimo, a ese espacio único en el que volvernos a engendrar. Recordemos la Semilla del Árbol de la Vida y desde la introspección, alimentemos esa semilla de la que nacerá un poderoso sol interior dispuesto a recorrer una nueva etapa del camino que le queda por hacer.
Respiremos profundamente en el interior de la Cueva, sintamos el pálpito que se está gestando.

Bienvenidos a Yule!!!

(pausa)


Comenzamos…

Nos colocamos en nuestro espacio sagrado…
Cerramos los ojos…
Relajamos el cuerpo, comenzando por las extremidades, tronco y cabeza…
Respiramos profundamente… tomando conciencia del viaje interior que vamos a iniciar…
Nos conectamos con nuestro ritmo de respiración… y nos armonizamos con él… sintiendo como con cada inspiración el aire invernal penetra en todas nuestras células…
Y con cada exhalación liberamos toda la energía estancada de nuestro cuerpo…
Nos tomamos nuestro tiempo, respirando rítmicamente…

(pequeña pausa)

El día es frío, el cielo está tapado, parece que amenaza lluvia. Vamos caminando por un sendero estrecho que rodea la ladera de una montaña sagrada. Es la montaña más hermosa que nunca antes hubiéramos visto. Se trata de la Gran Montaña, una espectacular formación que aún hecha de tierra y fuego, por ella discurre el agua y se respira el aire más puro que existe en toda la galaxia. Si miramos a la Cumbre, nos parece imposible poder alcanzarla, así nos limitamos en hacer el recorrido que consideremos necesario. Caminamos admirando el entorno. Avanzamos percibiendo la belleza de la madre naturaleza. Seguimos ascendiendo escuchando el sonido de aves y otros muchos animales, incluso oímos el silbido del viento, que a esa altura parece hacerse más presente que nunca.
Cada vez estamos más altos. Podemos observar desde los acantilados, la distancia entre el punto de partida y el que nos encontramos. Casi sin advertirlo hemos subido disfrutando del paisaje que nos envuelve, como algo propio de nosotros mismos. La vegetación cambia durante el avance, incluso la fauna salvaje, así como nuestra propia visión y perspectiva, pues cuando miramos desde lo más alto, lo vemos todo distinto.
Nos acercamos a un extremo saliente de tierra, desde el que vamos a percibir la altura hasta la base. Nos quedamos al filo del acantilado, no existe el miedo no existe nada que nos impida gozar de este momento. Somos seres libres caminando y reconociendo al Ser que representa todo lo que somos y a todos los elementos.
Respiramos profundamente mientras miramos abajo y nos llenamos de cada experiencia terrenal. Respiramos profundamente y miramos arriba, mientras nos llenamos de cada abrazo espiritual con la propia vida. Agradecemos.

(pausa)

Plenos de Cielo y de Tierra seguimos ascendiendo por la Gran Montaña Sagrada que representa nuestro propio Ser, ese por el que podemos transitar y llenarnos de verdad, ahí donde nos hacemos conscientes de nosotros mismos y quien nos muestra lo que somos más allá de los límites que nos ponemos. De repente escuchamos el aleteo de una hermosa y gigantesca ave. Se trata de un águila imperial. Nos hace una clara exhibición de su vuelo, nos quedamos disfrutando del ejercicio que nos muestra. Es impresionante verla desde tan cerca, incluso escuchar como rompe el aire cuando vuela. Nos está mirando, de frente, directamente a los ojos. La miramos, de frente, sin pestañear. Vuela a nuestro encuentro. Vuela hacia nosotros. Su magnetismo nos atrapa hasta tal punto que al segundo estamos volando con ella. Somos ella, somos el águila, somos la visión de nosotros mismos, más elevada. Somos quien tiene la capacidad de subir a la Cumbre más alta y saber que desde ahí existe un nuevo panorama que nos hace entender cualquier sentimiento que en vez de unir nos separa.
Volamos con alas de águila, volteamos, nos tiramos en picado, nos posamos en las rocas más escarpadas, sobrevolamos todos los escenarios del pasado y enamorados de la perfección de la vida, regresamos con la conciencia unida.

(pausa)

Nuestras alas de águila nos han llevado muy cerca de la Cumbre de la Gran Montaña, pero aún queda mucho por descubrir. Seguimos caminando por ese sendero sinuoso, serpenteante, llenándonos de la sabiduría de lo que es vivir. Las nubes del Cielo cada vez son más densas, comienzan a llover agua nieve, el frío a esta altura es penetrante. Poco a poco somos testigos de cómo aparecen copos más densos que comienzan a alfombrar el suelo de blanco. El espectáculo es especial, caminamos en busca de refugio antes de que la nieve oculte el sendero totalmente. Desde donde nos hallamos podemos descubrir que a pocos pasos hay un enorme hueco en la ladera. Nos dirigimos hacia allí. Es un hueco oscuro que penetra a no se sabe dónde. Nos refugiamos en la entrada, cubiertos por el techo de roca en forma de puerta. Al mirarlo descubrimos que brillan pequeñas formaciones cristalinas, que nos invitan a que entremos y descubramos lo que en el interior habita.
Mientras en el exterior nieva, nosotros nos sentimos a buen recaudo dentro de la Cueva. Vamos penetrando poco a poco. Al tocar con las manos sus paredes, vemos como estas están repletas de cristales. Parecen cuarzos, en algunas zonas de color anaranjado, en otras más verdes y azulados y en otras más violáceos. Conforme más adentro entras, más cristales encuentras, hasta que sin luz natural, nos damos cuenta que podemos ver en plena oscuridad. En ese silencio interior permanecemos. Nos quedamos imbuidos del misterio que allí tenemos. En el centro de nuestra Cueva, en forma de preciosa geoda nos quedamos respirándonos, sintiéndonos, amándonos, agradecidos y bendecidos por todo lo que somos.

(pausa)
Desde ese punto sincero de conexión con el corazón, sentimos todos los sentidos expandidos y nuestra alma ocupando el interior de la Cueva. Un profundo latido se hace cada vez que respiramos, más claro, más presente, más sonoro. Nos conectamos a su ritmo, pues es solamente desde ahí, desde donde podremos realizar esa revisión y mirada atrás…
La hacemos…
Dejamos que la memoria nos desvele diferentes momentos…
Todos los momentos… los que nos gustan y los no tan buenos…
Todos…
No olvidemos… Aquí no hay juicio, sólo verdad que desvelar…
Revisamos…
Sentimos el pasado, lo más lejano y lo más cercano. Buscamos si existe algo en nuestro interior que no consideremos resuelto…
Cuando aparezca, nos quedamos creando la solución…

(pequeña pausa)

Visualizamos esa solución que hemos creado desde el corazón. La sentimos vívida, propia, nuestra, real. Sentimos como no hay nada que no se pueda solucionar. Sentimos nuestra responsabilidad y desde ahí resolvemos. Lo hacemos por amor a nosotros y a todos los implicados, pues sabemos que nuestras reacciones y actos tienen consecuencia en el entorno, no somos seres aislados, sino seres unidos por una red invisible que teje un vínculo indestructible entre toda la familia planetaria. Somos parte de esa gran alma planetaria. Somos parte de su cuerpo, de su mirada, de su andadura a través del tiempo. Nos sentimos fortalecidos por los lazos que nos unen a ese todo y desde la individualidad manifiesta en nuestra Cueva, nos reconocemos y reconocemos al Todo.

(pausa)

Somos conscientes que somos creadores de nuestra realidad y que desde la verdad y sinceridad de quienes somos en luz y oscuridad, podemos transformar para continuar caminando, conscientes de nuestra Cumbre, de nuestra visión y de nuestra Cueva interior.
Salimos de nuevo al exterior. Ha dejado de nevar. Ha salido el Sol. Un manto blanco recubre todo el paisaje. El Sol calienta con su poder para que tras el crudo invierno, podamos renacer en la próxima primavera.
Iniciamos el descenso. Bajamos por el sendero de la Gran Montaña hasta el valle. El recorrido es largo pero necesario. Sentimos el poder de la montaña. Sentimos ser parte de sus entrañas. Regresamos… caminamos por el valle mientras advertimos que el poder del Sol ha derretido la nieve y por la ladera se desliza el agua, que ahora licuada crea riachuelos que se unen y separan, haciendo todos diferentes caminos, pero confluyendo al final en el mismo río. Nos acercamos a la orilla de este caudaloso río, sabiendo que tiene su desembocadura en el océano, allí donde los navegantes buscan puerto en el que atracar. Nosotros ya lo hemos hecho.

(pausa)

Poco a poco, es el momento de comenzar a  tomar conciencia de nuestro cuerpo…
Integrados en la nueva vibración y conectados profundamente a Gaia, ya podemos de regresar, lentamente, a nuestro ritmo…
Sentimos las extremidades…El tronco y la cabeza…
Y poco apoco vamos abriendo los ojos…

Bienvenidos a la vida consciente y a la vida presente!!!

Texto y narración a cargo de Núria Gómez y Karme Millán

TEMPLE INANNA
www.templeinanna.blogspot.com

 Nº Registro: 1712195144429